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Lo Inacabado como forma de pensamiento: El estilo y su definición arquitectónica y artística desde el nonfinito.

  • Writer: CHRISTIAN O GOMEZ-MIRANDA
    CHRISTIAN O GOMEZ-MIRANDA
  • 1 day ago
  • 3 min read

Venus de milo
Venus de milo

A lo largo de la historia, tanto en la arquitectura como en el arte, ha persistido una tensión entre la aspiración a la perfección formal y la aceptación de la obra incompleta como una estrategia válida de expresión. Se examina cómo la noción del nonfinito, entendida como el valor estético y conceptual de lo inacabado, se manifiesta en prácticas arquitectónicas contemporáneas y en el pensamiento artístico. A partir de una lectura crítica del ensayo “NONFINITO – The Art of Unfinished”, publicado por TSOFA, y una reflexión paralela sobre un enfoque arquitectónico centrado en lo procesual, se argumenta que lo inacabado no implica necesariamente deficiencia, sino que puede constituir un modo expansivo de pensar y hacer.


En ciertos sectores de la arquitectura contemporánea, especialmente dentro de enfoques emergentes que privilegian la transparencia constructiva, se ha consolidado un estilo que expone las entrañas del edificio como parte integral del diseño. Este tipo de práctica se distancia de la obsesión por la imagen acabada o “pulida” de la arquitectura, proponiendo en cambio una estética donde instalaciones, estructuras provisionales, refuerzos visibles y capas incompletas no son signos de una obra sin terminar, sino huellas legítimas del proceso de construcción. La arquitectura, en este marco, se asume como forma abierta, sometida al tiempo, al uso y al deterioro, y por tanto siempre en estado de devenir.

Esta postura se alinea con una crítica al formalismo y a la homogeneización estética de la arquitectura globalizada, proponiendo una ética del proyecto más cercana a la contingencia material, al trabajo artesanal y a las condiciones reales del sitio. La idea de “obra terminada” pierde así su autoridad como fin último, y se convierte en un estado transitorio dentro de una secuencia de modificaciones, apropiaciones e intervenciones. Al igual, el ensayo de TSOFA desarrolla una visión filosófica y estética del nonfinito en el arte, remontándose a ejemplos históricos donde lo inacabado revela no solo la fragilidad del proceso creativo, sino también su potencia interpretativa. Se mencionan esculturas clásicas que dejan partes del cuerpo sin esculpir, pinturas que revelan las capas preparatorias, o incluso obras contemporáneas que se rehúsan a cerrar su forma para permitir una lectura abierta.

El texto destaca cómo el nonfinito no es necesariamente accidental: muchas veces, es una elección deliberada del artista para desafiar los cánones de perfección y estabilidad. En ciertas culturas, como la islámica o la japonesa, la imperfección incluso se eleva a principio compositivo, como un gesto de humildad frente a lo absoluto o como una forma de subrayar la temporalidad de toda creación. En este contexto, lo inacabado se convierte en una vía para romper la clausura del objeto artístico y propiciar una experiencia estética más dinámica, fragmentaria y participativa.


Tanto en la arquitectura procesual como en la estética del nonfinito, encontramos un desplazamiento desde el objeto hacia el proceso, desde la forma cerrada hacia la apertura, y desde la perfección hacia la contingencia. En ambas disciplinas, el inacabado funciona como una estrategia para evidenciar el tiempo, ya no como una variable externa, sino como parte constitutiva de la obra. Lo importante no es la conclusión formal, sino el registro de las decisiones, de los errores, de los ajustes, de lo que permanece latente. Sin embargo, hay diferencias en la forma en que cada disciplina instrumentaliza esta noción. En la arquitectura, lo inacabado tiende a estar relacionado con condiciones físicas, presupuestarias o constructivas, lo cual implica una dimensión pragmática. En cambio, en el arte, el nonfinito suele adquirir un carácter más semiótico o simbólico, operando como una apertura conceptual y perceptiva. No obstante, en ambos casos, se refuerza la idea de que la obra no es un resultado, sino una conversación continua entre materia, tiempo e intención.

El estilo nonfinito, tanto en la arquitectura como en el arte, ofrece una vía para desestabilizar la noción tradicional de la obra como entidad cerrada, acabada y autosuficiente. En lugar de leer lo inacabado como signo de carencia, este ensayo propone entenderlo como una forma de pensamiento abierta al cambio, al tiempo y a la interpretación. Así, el infinito no se representa como escala desmesurada o abstracción matemática, sino como aquello que no se clausura, que permanece en proceso, que siempre puede volver a ser intervenido. En un mundo que tiende a acelerar sus ciclos de producción y consumo, pensar en lo inacabado como valor es también una forma de resistencia crítica.

 

 
 
 

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