Arquitectura entre la tipología y la ficción: Firmas y el rol del autor
- CHRISTIAN O GOMEZ-MIRANDA
- 1 day ago
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En arquitectura, como en la literatura o el cine, la cuestión de la autoría y la intencionalidad está siempre presente, aunque se exprese a través de materiales, formas y espacios. La arquitectura no escapa a la tensión entre tradición y creación, entre lo ya codificado y lo que se inventa. En este contexto, el concepto de tipología ha sido históricamente un pilar del pensamiento arquitectónico, mientras que la idea de la ficción como invención e intención abre un campo alternativo, más abierto y especulativo. Esta tensión puede observarse claramente en el modo en que los arquitectos dejan su huella: como "firmas tipológicas" o como actos de ruptura narrativa.
La tipología en arquitectura implica trabajar a partir de modelos conocidos: el patio, la torre, la galería, la ventana. Estos elementos se entienden como unidades significativas cargadas de historia, función y valor cultural. Como en la lectura tipológica bíblica, el arquitecto parte de formas heredadas y las reinterpreta, proyectando en ellas una continuidad con el pasado. Un ejemplo paradigmático es Aldo Rossi, quien veía en la ciudad una estructura persistente de tipos: el teatro, el cementerio, la calle. Su Cementerio de San Cataldo en Módena es una reelaboración austera del tipo funerario clásico, donde la intención no es romper con la tradición, sino intensificarla.
Este modo de operar se alinea con lo que Efrén Cuevas explica en relación con el cine clásico de Hollywood: el autor (en este caso el arquitecto) trabaja dentro de un sistema colectivo e histórico, y su autoría se manifiesta en cómo hace variar estructuras ya existentes, no en cómo las rompe. La ventana, el umbral o el volumen son elementos que el arquitecto hereda y resignifica, como un director de cine trabaja sobre guiones, códigos y géneros preestablecidos. Por contraste, algunos arquitectos optan por trabajar desde una lógica más cercana a la ficción como invención e intención, donde la forma arquitectónica no responde necesariamente a un tipo, sino a una visión personal o especulativa del mundo.
Un ejemplo elocuente es Peter Eisenman, particularmente en su House VI, donde el proyecto no responde a ningún tipo reconocible. En lugar de reafirmar una tradición, Eisenman subvierte los códigos de la casa, introduciendo cortes, discontinuidades y elementos inútiles. El proyecto se convierte en un texto autoral en el sentido post-estructuralista: no representa una casa como tipo, sino como problema. La arquitectura es aquí una exploración conceptual, casi literaria. Esta visión se alinea con lo que Roland Barthes llama la muerte del autor, la obra ya no comunica una verdad histórica o simbólica predeterminada, sino que se convierte en una estructura abierta, cuya lectura depende del usuario, del contexto o incluso del azar. El arquitecto no busca reproducir tipos, sino provocar preguntas.
Se nos recuerda que incluso dentro del sistema tipológico, las decisiones mínimas como una ventana fuera de escala pueden convertirse en "firmas" que expresan la postura del arquitecto. En este sentido, hay una posible convergencia entre tipología e invención: la intencionalidad puede estar en la forma de manipular lo conocido, no necesariamente en su ruptura. Una ventana alargada, una puerta desplazada o una galería ciega pueden ser tan subversivas como un volumen roto.
La arquitectura puede leerse como una tensión entre dos modos de operar: el arquitecto como lector tipológico, que reinterpreta tipos históricos dentro de un continuo cultural, y el arquitecto como autor ficticio, que inventa nuevos mundos espaciales desde la intención y la ruptura. Ninguna de estas vías es superior: una edifica la ciudad como memoria colectiva, la otra la proyecta como territorio de posibilidades. Comprender esta tensión nos ayuda a leer mejor los edificios que habitamos y a proyectar los futuros que deseamos construir.
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